LADO OSCURO DEL TEQUENDAMA (¡AAAAYYYYYY NOOO ESPEREN, PAREN, PAREN NO ME DEJEN… QUE SUSTO!)

Por:

Viviana Jiménez

Su voz se escuchaba agitada, casi estaba llorando del miedo, su cuerpo temblaba, se lograba ver en sus ojos angustia, se encontraba fría. El sitio estaba oscuro no veíamos ni los escalones y de repente un golpe duro nos estremeció.
Siendo las 9:45 de la mañana partimos emocionados los estudiantes de Géneros Periodísticos hacia el conocido y muy nombrado Salto de Tequendama en una expedición donde lo que buscábamos era una historia o mejor dicho “la historia” para nuestra crónica.
El ambiente en el bus era de alegría se escuchaban risas, cantos, bromas, chistes y en general se podía sentir una muy buena energía, hacia calor y nos refrescábamos tomando aguardiente. Siendo las 11:00 de la mañana llegamos al tan anhelado sitio; buscaban sus cámaras y grabadoras y empezaba la sesión de fotos. Yo solo observaba y me decía para mi misma: “ya eh visitado este sitio muchas veces, que aburrido pegarme el viaje para ver como cae un chorro de agua ya casi inexistente, sucia, negra, mal oliente y con vacas desnutridas alrededor, rodeado por pasto amarillo, largo y con excremento por todas partes hoy sábado día del amor y la amistad”.
No podemos negar que el Salto de Tequendama es conocido por las abundantes muertes que allí han ocurrido; unas con explicaciones y otras sin ninguna. Entonces me cuestioné como podía ser posible que las personas se subieran a lo alto del salto y se botaran desde aquel sitio siendo este sumamente antihigiénico es esta una forma digna de morir. Además morir de un golpe y luego ser devorado por chulos. Acaso esas personas ¿nunca llegaron a sentir amor propio?
El profesor decidió hacer una expedición más profunda, así que sugirió descender a la parte donde empieza el salto, no me atreví hacerlo porque el sitio olía muy feo así que decidí quedarme en la parte de arriba observando el mal oliente, sucio, negro y escaso Salto de Tequendama y alrededores; en ese momento recordaba las palabras de mi mamá que decía: “Vivi llévate un tapabocas que ese sitio huele feísimo y te vas a enfermar” o mejor aún las de mis compañeros de clase de legislación de prensa diciéndome minutos antes de abordar el bus: “ Vivi quédate y le hacemos el amor a la amistad entre risas que ese sitio huele maluco”.
Lo único que me motivaba estaba hay, frente a mis ojos, color rosa un poco cuarteado, con varias ventanas y unos cuantos balcones, aunque en ruinas y un poco viejo para mi era perfecto y más que perfecto bello.

Luego de hacer unas cuantas negociaciones con el señor José Ignacio Valera (Que una gaseosita, que una foto, que $3000 después que no, que $4000) logramos un grupo de 11 compañeros ingresar al misterioso y un poco escalofriante hotel, todos muy emocionados y al mismo tiempo con un poco de miedo porque ya habíamos escuchado historias acerca de lo que ocurría en ese hotel; que en su época es decir en el año de 1928 fue muy lujoso y no cualquier persona podía ingresar en ese sitio ya que solo lo podían hacer personas que tuvieran mucho dinero. Empezamos a tomar fotos desde la entrada, todos a la expectativa de un fantasma.
Al ingresar se podía sentir el olor a humedad, a guardado a viejo y hasta se podía sentir el miedo que algunos teníamos. Laura tomo una primer foto en las escaleras de la entrada y para sorpresa de todos en esa foto se reflejo algo que no era normal en una foto, empezando porque las escaleras estaban solas y ella tomo la foto y salió un espectro blanco en la foto, nos mostro la foto y definitivamente eso hizo que sintiéramos más miedo.
El señor José Ignacio Valera nos llevo a los dos sótanos, las escaleras estaban oscuras y luego de ver la foto de Laura el miedo era total en esas escaleras, en el primer sótano el vigilante nos empezó a contar historias acerca de los fantasmas que habitan en esa “hermosa” casa. Nos hablo del hombre sin cabeza con sus dos perros, de la señora que habita el segundo piso donde suele escuchar música clásica a tardes horas de la noche y de la pareja de habita el segundo sótano.
Según él cuando alguna de las personas no le simpatiza a estos huéspedes, suelen hacerse notar hablándole a la persona al oído, jalándole la ropa o el cabello y en el peor de los casos pueda que en ese momento las personas no se den cuenta, pero si le llega a caer mal a alguno de estos “simpáticos” huéspedes lo mas probable es que lo golpeen sin que se den cuenta y al día siguiente la persona pueda sentir dolor o malestar en todo el cuerpo a parte de moretones.
Saliendo ya de los sótanos empezamos a subir las escaleras del lujoso hotel, estaba muy oscuro y de pronto escuchamos un estruendo muy duro que nos puso a gritar a los últimos que íbamos en la fila.
El susto fue tan grande que temblábamos del miedo…

Sin título

Por:

Luisa Fernanda Beltrán

Una mañana fría, una compañía agradable, una botella de agua en la mano; 80 Km/h sin mucho tráfico vehicular, comentarios que vienen y van, simplemente todos queríamos disfrutar.

Bajo el rayo del sol que tímidamente se asomaba por entre las nubes hacia las 9 a.m., de un sábado 18 de septiembre, nos embarcamos a la expedición propuesta por Hermógenes, digo expedición, porque este fue el nombre que él le puso a este viaje para comprometernos más con la salida que a decir verdad, disfrutamos mucho.

“¡Qué manada de feas!” murmuraba él con su humor particular, tratando de “picarnos la lengua” a más de una en el bus; haciéndose el intelectual leía un libro de reportajes, con un paquete de papas a su derecha y haciendo uno que otro comentario en voz alta a Marta, para que se fuera con él en el camino. Pasados unos pocos minutos, nos fuimos soltando un poco más y empezamos a ponerle ambiente a la cosa. Cantando a grito herido canciones de pop, vallenato, salsa y demás, hicimos un juego en el bus, donde mas de uno, hasta de animó a bailar.

“Ya llegamos”, fue lo que dijo el señor conductor cuando todos corrimos a la ventana y vimos lo que hoy es el Salto de Tequendama; seco, sin nada que admirar, sin atractivo ni magia es lo que ahora refleja el lugar de suicidio más famoso por muchos años.

Pasados unos minutos nos concedió una entrevista un hombre de edad que habita allí por la misma zona del Salto. No recuerdo muy bien su nombre, pero expresaba su intención en sacarnos uno que otro pesito, proponiéndonos tomar una foto del grupo y diciendo que quería una bebida, para mojar la palabra en las pocas historias que quería revelar.

Tres segundos, eso es lo que dura la caída de un cuerpo al abismo de 300 metros del salto que cada vez está más seco, y aunque ahora los cuerpos no podrán perderse en el agua, por lo menos morirán al golpearse con las piedras secas. Historias tristes de suicidios llamaron la atención de nosotros, que por minutos hacíamos preguntas de cómo y de qué forma sacaban los cuerpos. Cuenta el hombre que la Defensa Civil es quién se encarga de sacar los cuerpos y el levantamiento puede tardar entre 4, 15 y 28 días.

Señalando hacia la izquierda el hombre nos muestra el criadero de chulos, los cuales aprovechan y sacan su buena carnada, pellizcando los cuerpos de las personas que deciden terminar con su vida.

Queriendo saber más, preguntamos acerca de la casa que no era casa, sino un hotel, que cuesta $780.000.000 y el cual dicen, lo quiere comprar el departamento de Cundinamarca, para convertirlo en un museo-restaurante. Según relata el hombre, Bachué fue quién formó el salto, en cuanto al hotel, ubicado en la carretera, fue fundado por italianos hacia 1917, donde conmemoraban celebraciones de la época.

Dejándonos llevar por la curiosidad, caminando en fila para evitar que un carro nos llevara por delante, uno detrás del otro durante 7 minutos, decidimos ir al salto y por un momento sentir la adrenalina y el temor que el sitio refleja, al mirar hacia abajo y sentir ese olor a muerto, sí ese olor que nos lleva a analizar y leer en una piedra gigante, lo que muchos han escrito antes de lanzarse.

Piedras grandes, que pocos logramos atravesar, mojándonos de esa agua sucia y capturando una que otra imagen, miramos alrededor y vemos que esto no es un sitio normal, ya que refleja y expresa soledad, desolación y miedo.

Algunos deciden saltar más de cuatro o cinco piedras y tomarse la foto con la virgen, si esa a los que muchos le pedirán perdón antes de lanzarse al abismo y a los que otros renegarán por no haber recibido ayuda mínima por parte de ella.

Al escuchar a Hermógenes diciendo, “no se vayan muy lejos, puede venirse el agua y llevárselos” muchos salimos del sitio sin pensarlo dos veces, con los zapatos embarrados y soportando el olor de excremento de vaca que provocaba retorcijones en mi estómago.

Tan sólo 11 decidimos entrar al hotel, pagando 3.000 pesos por persona, tratando de descubrir esa casa vieja, que lograba intimidarnos y sentir ese miedo, que desde afuera refleja. Muchas historias que no se sabe si son ciertas, relato el vigilante del hotel.

Hacia las 5 de la tarde, partimos a Bogotá, agotados por la larga jornada, pero con la satisfacción de haber disfrutado hasta el anís que tomamos para ponerle ambiente a la salida.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE

Por:

Mayer Rodríguez

Blanca Flor Rivera, Álvaro Forero y demás compañeros vieron con sus propios ojos el nacimiento y la muerte de miles de personas, y hoy se niega a salir de este laberinto fúnebre y juran quedarse en él hasta que encuentren una salida, la salida que los lleve a la libertad o que los lleve directo a la morgue.

En pleno corazón de Bogotá, se encuentra el hospital San Juan de Dios, uno de los símbolos más importantes de la historia de la medicina en Colombia por sus investigaciones científicas médicas. Lugar donde se creo la vacuna contra la malaria, que a su vez fue la primera vacuna sintética del mundo a cargo del doctor Manuel elkin Patarroyo. Este hospital se mantuvo en funcionamiento hasta el momento de su cierre en 1999 durante el gobierno de Andrés pastrana Arango por considerarse inviable financieramente.

En el que fuera el más avanzado centro de investigación en Colombia se encuentran cerca de 300 personas entre médicos, enfermeras, recepcionistas y otros ex empleados que se tomaron desde hace diez años como albergues permanentes, las salas de cirugías y consultorios psiquiátricos hoy convertidos en oscuros laberintos con aguas acumuladas que por el paso del tiempo se han formado grandes capas de moho. Estas salas que en su momento fueron dotadas con tecnología de punta y que garantizaban felicidad a familias por la llegada de una nueva vida, hoy están convertidas en guaridas desesperanzadoras que solo albergan desolación abandono y tristeza.
Atrás quedaron los días de gloria de este hospital que era admirado incluso por su imponente belleza arquitectónica. El abandono total devora su estructura a pesar del esfuerzo que hacen sus moradores para ver crecer allí a sus niños. Estas sesenta familias ante la posibilidad de permanecer en la intemperie y como quien no quiere las cosas, fueron haciendo sutiles cambios, acondicionaron lo que fue su lugar de trabajo en cuartos, cocinas y salas de recreación.

La cocina de Blanca era antiguamente la sala donde se procesaba el material para realizar los moldes de las prótesis, con tablas que encontró en un salón de escombros ajustó su mesa de comedor, el lavamanos sutilmente fue tomando forma de lavadero.

Esta señora de cincuenta y tres años era auxiliar de dietas en los tiempos gloriosos del san Juan de Dios, ahora sobrevive en el departamento de órtesis y prótesis. “Anteriormente teníamos este hospital como nuestro palacio, nos turnábamos para hacer el aseo, unas trapeaban, otras barrían, otras quitábamos el polvo y por lo general los señores se encargaban de podar el pasto, pero eso ya no se puede hacer, el estado nos puso nueva vigilancia y no permiten que ingresemos aquí ningún material de aseo como escobas ni traperos, tampoco permiten que cortemos el pasto, no se le pueden hacer mejoras al hospital, por eso estamos como estamos”.

Es evidente que estos inquilinos se consumen entre telarañas y maleza al mismo ritmo en que la humedad y el frío se cuelan sin permiso por los agujeros y las grietas de los techos y paredes.

En conjunto estos trescientos moradores forman un coro pidiendo al estado el reconocimiento y el pago integral de sus labores incluyendo seguridad social y pensión, pero mientras esta solicitud sea negada seguirán en el hospital San Juan de Dios personas de carne y hueso que malviven como enfermos desahuciados, con el juramento de quedarse allí hasta encontrar la muerte.

LA MUERTE LENTA DEL SALTO

Por:

Jennifer Enríquez

Este lugar, donde el Río Bogotá tiene una caída de 132 metros aproximadamente; de una vista hermosa y uno de los lugares mas visitados por su belleza natural, esta muriendo lentamente a causa de la contaminación, así guardando con el tantas historias de las que no conocemos su veracidad.

En aquella mañana, salimos de la universidad Los Liberadores un grupo de 20 estudiantes de Comunicación Social y periodismo; llenos de expectativa y esperando llegar pronto al Salto del Tequendama a 30 km de Bogotá. Muchos para conocer y oros para recordar lo que conocíamos de este maravilloso lugar. Al llegar, la primera imagen que vi fue al cielo cubierto de espesa neblina y una vista espectacular del salto, solo que con una diferencia muy grande, ya no era el mismo donde el agua corría en grandes cantidades y caía fuertemente sobre las rocas sucias que estaban al final del abismo.

Con mis compañeros queríamos conocer un poco mas de la naturaleza del salto y decidimos con el profesor Hermógenes ir a la cima de este, fue así que empezamos a subir por el borde de la carretera, durante el camino nos encontramos con unas vacas que todavía me asombra como pueden comer sin caerse por los cerros y peor aun con ese olor tan desagradable que sale del agua del rió; seguimos descendiendo y vimos un aviso que prohibida el ingreso, pero hicimos caso omiso a eso y pasamos la cerca de seguridad para seguir por la zona verde que rodea la cima de este, claro que además de ver eso, el olor era nuestro mayor guía ya que cada vez se hacia mas fuerte.

Al llegar al objetivo nos encontramos con una roca muy grande que tenia un mensaje muy especial, decía: “Tus problemas tienen solución, el señor Jesucristo de dice: yo soy el camino, la verdad y la vida’’, esta piedra estaba rayada con diferentes nombres y cosas que no se podían definir pero que pueden ser de las personas que decidieron terminar con sus vida en este lugar, eso no lo se, pero lo que si es evidente, es que fue hecho para evitar tantos suicidios ya que la gente busca mucho este lugar para ‘terminar’ con sus problemas pero que en muchos casos e historias se cuenta que las almas quedan penando. Pero bueno eso es algo que no podríamos comprobar o por lo menos en este viaje, ya que muchos de estos casos han llegado a su fin sin tener una respuesta verídica o comprobable.

Y continuando con el viaje a la cima, pasamos esa gran roca que nos produjo diferentes pensamientos y sensaciones, llegamos a los 134 metros de altura, el agua era totalmente negra muy sucia definitivamente, por eso producía ese fuerte olor pero el agua era mas escasa, sus piedras un poco raras a mi parecer, tenían muchos huecos y formas, se veían muy suaves y su color estaba bien, nada sucias para el color del agua; con mis compañeros recorrimos ese espacio muy grande y llamativo por su extraña belleza.

Pero además de eso se veía mucha basura, botellas, ropa y diferentes desechos que este arrastra en su recorrido, desde muchos kilómetros atrás y que son los causantes de ese mal olor y peor aun, lo mas grave e importante, ver la muerte lenta de esta atracción turística y natural que se ha visto afectada por la contaminación y falta de concientización de muchos ciudadanos, lo bueno seria valorarlo y cuidarlo para no perderlo.

UN SALTO A LA MUERTE

Por:

Alexandra Romero

Ubicado a 30 km al suroeste de la cuidad de Bogotá, en el municipio de san Antonio de Tequendama.
A la orilla de la carretera se encuentra construido un edificio de 4 plantas, que hace muchos años funcionaba como hotel restaurante, allí acudían las familias mas adineradas de aquella época, para celebrar matrimonios, quince años y diferentes eventos. Esta casa posee una arquitectura histórica, sus paredes pintadas de un color rosado, con puertas blancas y grandes que cada año se ven mas desgastadas y acabadas, rodeada de rejas que impiden el paso, se encuentra abandonada, su propietario es un hombre residente de la ciudad de Bogotá; del cual no se permite conocer su identidad como lo expreso don Pedro un hombre de unos 50 años que lleva alrededor de 10 años como celador del edificio.
Según don Pedro esta casa esta llena de fantasmas y espíritus que no siempre reciben a sus visitantes de buena manera, la entrada a la casa es por el tercer piso, el cual se ve a la orilla de la carretera, tras una puerta blanca vieja y acabada se encuentra el paso a la histórica casa del salto del Tequendama; el tercer piso es un espacio frio, en que se percibe el olor a humedad, sus paredes son blancas y en sus techos se ven con parches de pintura y concreto pues fue creada por en 1917 por italianos, el segundo piso es aun mas frio, tiene huecos en los pisos y posee grandes ventanas que permiten observar directamente el salto, las escaleras de un piso a otro son angosta y estrellas, el primer piso tiene un pasillo largo y angosto, mientras se camina por el, se pueden percibir sombras y ruidos extraños, en una esquina del pasillo hay un baño oscuro, y unos pasos mas adelante se encuentra la lavandería, formada por muros con enchapes blanco y manchas rojas muy extrañas llenos de oxido por el abandono, la humedad y los años.
Nos dirigimos al salto e ingresamos con un grupo de 20 estudiantes a la cima del salto, allí encontramos una enorme roca con un mensaje para aquellas personas que llegan con el fin de lanzarse, el mensaje dice todos tus problemas tienen solución, el señor esta contigo y otros frases que invitan a la reflexión, después de esta roca se puede visualizar la amplitud de la cascada antes de su caída , llena de aguas negras, mal olientes que llevan consigo las desechos provenientes del rio Bogotá y la represa conocida como el charquito, sus rocas son grandes con figuras puntiagudas y aberturas semicirculares, alrededor de estas rosas se ven piezas de ropas , ropas viejas, harapos, trapos de aquellas personas que deciden acabar con sus vidas.
El salto se muestra de forma imponente, rodeado de plantas y árboles que constituyen su cascada, con una altura aproximada de 2.467 metros, y un pequeño caudal de aguas negras mal olientes; este es el salto de la muerte, hasta este lugar llegan varias personas con la idea de suicidarse, muchos por desesperación, otros porque no encuentra en sus vida el amor que buscaban o porque un día perdieron su dinero, son muchas las razones que llevan a una persona a obtener la valentía y el coraje de lanzarse por un abismo para acabar con sus vidas de manera violenta y agresiva con la conciencia de sus cuerpos tardaran en recuperarse y de que no estarán en su estructura normal pues la caída el golpe y las rocas los destrozaran. A la salida por la orilla de la carretera que da paso a la cima del salto hay una placa que menciona a un hombre que llego hasta allí y se lanzo , se suicido en el mes de septiembre del 2008, ase algunos años se presentaban de en promedio 10 suicidios por mes , en actualidad este promedio a disminuido.

UN ABISMO QUE LLORA SU PERDIDA DE AGUA

Por:

Andrés Felipe Guávita

Ahora los suicidas no se pueden perder en el agua del salto
Salgamos a hacer reportaje, fue la frase que el profesor de géneros nos menciono ocho días antes, con la sorpresa que el lugar escogido para él era el salto del Tequendama.
Ese sábado 18 septiembre salimos en conjunto con los compañeros de la universidad y el maestro con el fin de realizar una visita a uno de los lugares más concurridos por los suicidas que buscan la solución a los problemas con la caída de más de 100 metros.
9 de la mañana en ese momento comenzó nuestra travesía saliendo de la Fundación Universitaria los Libertadores con destino al Salto del Tequendama. Durante el recorrido se realizaron diversas actividades dentro del bus en que nos movilizábamos, actividades de integración entre los compañeros que aun no se distinguían muy bien y comentando sobre lo que íbamos a encontrar en el aquel lugar mencionado por nuestro docente para realizar la labor de reportaría.
Al salir de Bogotá un olor a callo fue tomando fuerza a medida que continuábamos nuestro recorrido, era un aroma que nos estaba dando la bienvenida a lo que hoy es conocido como el Salto del Tequendama.
La mañana seguia transcurriendo y nosotros a un continuabamos con la insertidumbre, el interrogante de saber si ibamos a encontrar aquel salto que en alguno años atras habiamos visitado con nuestras familias y del cual se tenia el recuerdo de aquella cascada que caia y que hacia que nos olvidaramos de aquel mal olor para disfrutar de un bello paisaje.
Poco a poco fuimos observando la naturaleza y los animales que la acompañaban dandole un aire de tranquilidad, el salir de la rutina para envolvernos en una aventura llena de montañas y misterio, como aquel que guardaba esa casa rosa que estaba ubicada en la via donde se encuentra el
Salto del Tequendama.
El reloj marcaba las 10:30 de la mañana y habiamos llegado a nuestro destino, donde recibio aquella casa color rosa y un poco deteriora que hasta el momento pensabamos que estaba abandonada, hasta que un hombre que ya conoce el sector nos menciono que esa casa fue en algun tiempo un hotel de propiedad de unos extrajenros y que hoy no es mas que una casa habitada por un hombre y su familia y que se encuentra a la espera que el departamento de Cundinamarca la compre para construir un restaurante en ese punto de parada.
Depues de desenvolver el misterio de la casa, nos dirijimos hacia lo que nos interesaba a observar la majestuosidad del Salto del Tequendama con la sorpresa de que nos encontramos con un chorro de agua que se observa a lo lejos y que parese el llanto de las piedras por su escasa cantidad de agua, al seguir con nuestra labor peridistica el mismo sujeto que nos saco de la duda de aquella casa rosada se acerca y nos dice que nos cuenta lo del salto pero que teniamos que pagarle por una fotografia.
El grupo de animo y de un momento a otro cancelo el dinero a este personaje, el cual nos narro que de aquel salto que antes se observa con la familia y que brillaba por su cantidad de agua ya casi no queda nada, debido aque el agua la esta utilizando una empresa para crear energia y que dez vez en cuando dejan pasar algo de agua, estuvimos de suerte ya que de un momento a otro comenzo a brotar mas agua, pero con la sorpresa de que el color de esa agua era muy oscuro, era agua muy contaminada peor a lo que se acostumbra aver en el salto.
Ya nuestra escurción estaba por finalizar cuando de un momento encontramos unas lapidas y unas leyendas las cuales mencionaban que todos los problemas tienen solución asi que preguntamos por los suicidas, sobre aquellas personas que van a lanzarse del salto a matarse para ponerle fin a sus problemas amorosos, economicos, familiares, etc.

Era solo cuestion de mirar y observar que ya los suicidas no se podian perder en el agua del salto en plena caida y que tal vez solo se lanzaban pensando en su final, en un golpe contra una de esas grandes rocas que apagaban la luz de sus vidas. El salto ya no era lo de hace unos años, hoy solo es un poso de agua que de vez en cuando se alimenta del agua que llueve o de la llave que abren los empresarios para desacerse el agua contaminada o que ya no les sirve.
Ahora solo podemos observar a unas piedras que brontan agua como si estuviesen llorando por la falta de agua acompañadas de unas lapidas que llevan por leyenda “Todos los problemas tiene solución” ¿Sera que el salto tiene solución?

PRECIPICIO SIN SALIDA

Por:

Diana Carolina Restrepo Osorio

Era un lugar escalofriante, pero a su vez hermoso, no era una flora y fauna amazónica, pero si tenía gran cantidad de zonas verdes, no eran muchísimos arboles, pero si los suficientes para
Se dice que la caída dura tan solo tres segundos, lo cuenta un hombre viejo con problemas respiratorios y con ganas de ser invitado a una gaseosa pot contar a u grupo de estudiantes y un profesor la historia, la historia de un hotel totalmente destruido.
Muchos de los jóvenes eran, arriesgados, no temían acercarse a la orilla del abismo y observar; tampoco pusieron peros para tomarse una y otra foto junto a este paradisiaco fondo sin salida.
Caminando por la orilla de la carretera todos íbamos en una larga fila india y con precaución por el rápido paso de los carros y algunas motos. Era una bajada realmente “desagradable”, cubierta en su totalidad de un fango mal oliente, donde nos convertíamos en renacuajos saltarines sobre las piedras enterradas. Hermogenes, el profesor un señor de tez morena, ojos grandes y una barriga grande a causa del buen comer, poco ejercicio y otras razones, dejo ver su valentía después de que unos de mis compañeros marón la iniciativa de pasar por tal camino y ver que muy pocos quedábamos en la parte superior de aquel camino.
Fui la última persona en bajar, pero al llegar al destino fue sorprendente observar que Eder un y miles de desechos arrojados por una cercana industria que optaron por quitar el agua limpia para la energía de este lugar.
Ellos querían tener el cruel recuerdo de tomarse una foto junto a la virgen que, aquellos valientes o cobardes rezan antes de tirarse, sin embargo fueron pocos los que lo lograron. Era pestilente el olor en dicho lugar provoca nauseas y repudio con solo recordarlo. Al encontrarnos nuevamente todo el grupo regresamos al lugar de encuentro, allí negociamos y discutimos el costo de la entrada al hotel supuestamente abandonado, porque ahí habita el celador y su familia en un cuarto, o eso es lo que cuentan las personas que por curiosidad e intriga querían conocer espectros o fantasmas que les llaman que le dicen en tal lugar que fue uno de os sitios mas lujosos convirtiéndose en ruinas.
Carlos Salamanca, Martha, Yina, Laura Mosquera, Darwin, Liane, Felipe, Eder Hermógenes y yo no quisimos entrar allí por diferentes motivos o motivaciones, sacamos unos cuantos paquetes de bebimos unos sorbos de aniz para pasar algunos comentarios. Esperamos ansiosamente la llegada del resto del grupo, creímos que llegarían a contarnos extraordinarias historias, que habían capturado la imagen de algo extraordinario en un fotograma, pero no… fue frustrante saber que no ocurrió nada, después de conocer las historias de las personas que se suicidaban y quedaban sus almas en pena rondando por el hotel.
Saliendo a las nueve y media de la mañana en un pequeño bus y no con la mejor apariencia, tomamos el camino de regreso a las cuatro y cuarenta y cinco, ya muchos cansados con diferentes pensamientos e intensiones en la cabeza escuchando bachata, reggaetón, y salsa jugábamos unos con otros, se miraban unos a otros y no llego a saber que hicieron unos con otros.

UN SALTO DE VIDA MUERTA

Por:

Carlos Andrés Salamanca

Al arrojar su vara de oro al Tequendama y abrir las peñas para sacar el agua que inundaba a la sabana, Bochica el dios de los chibchas nunca se imaginó que aquella majestuosidad, remotos años después se convertiría en destino final de personas asfixiadas por la vida y en el refugio de Chulos hambrientos, que pacientemente esperarían por triturar todo lo que pudiesen encontrar a su paso.

Después de un apacible recorrido de más de 100km por la hermosa sabana de Bogotá, el olor a muerte nos da la bienvenida y nos impone su autoridad.

Al frente de nosotros sobre un abismo rocoso de forma circular que forma la cascada , con una altura de 157 metros , el Salto de Tequendama nos saludaba, o tal vez nos gritaba su inmenso dolor, con vientos incontrolables los cuales connotaban las vidas que por allí habían pasado sin huella alguna.

Adentrándonos en su corteza, con el olor a chorizo y rellena que contrastaba con el olor nauseabundo que destila de lo más profundo del salto, decidimos llegar hasta el punto donde muchas personas valiente o cobardemente emprenden el camino hasta el otro mundo.

Con el barro cubriendo nuestros zapatos, con la inestabilidad que el terreno producía, tal vez queriéndonos decir que lo dejáramos en paz, llegamos al punto de la virgen, con su cara totalmente sucia, con su manto cubierto de barro tal vez salpicada por el río Bogotá que aporta su afluente, en esta que alguna vez fue un atractivo turístico visitado por nobles personajes y turistas extranjeros que venían a deleitarse de una maravilla creada por los dioses, y que hoy está olvidada y totalmente desprotegida.

Una enorme piedra ubicada tal vez estratégicamente para aquellas personas que desean obtener un trampolín hacia la muerte, presenta sus lapidas de dolor las cuales son presentadas allí como muestra de nuestra desgracia humana “Tus problemas tienen solución , el señor Jesucristo te dice: Yo soy el camino la verdad y la vida” esta frase escrita en la piedra trata de alentar a aquellas personas aburridas con la vida y que creen que el único camino posible ante un problema es la muerte.

Esta recomendación no la siguió Jader Javier Figueroa, quien a sus 30 años y tal vez hartado de la vida decidió lanzarse al precipicio y terminar de una vez por todas con lo que le aturdía tanto, al ver esta lapida un frió incontrolable corre por mi ser, me detengo a pensar que tanto valor puede tener una persona al decidir acabar con todo, acabar con su vida, a su lapida la acompaña un mensaje que dice “Amigo tu no has muerto tu cuerpo descansa aquí, tu alma con el señor y tu corazón con nosotros” este es nuestro salto a la muerte.

Después de ver tanta inmundicia de la vida más que todo, al devolvernos al punto de encuentro algunos compañeros decidieron visitar el Hotel del Salto, aquel majestuoso Hotel de lujo construido en 1928, lo cual muestra el gran interés que representaba por entonces.

De aquel bello y concurrido lugar hoy en día solo quedan las historias que de aquel hotel se cuentan, en la que dicen habitan los fantasmas de las personas que se tiran del salto y los ancianos que por unas monedas inventan historias traídas de los cabellos, o tal vez historias hermosas que algún día desearon haber vivido.

Después de aquellos momentos extremos vividos, de aquella consternación profunda al ver tanta maravilla totalmente despedazada por las manos del inclemente hombre que día tras día impone su autoridad, y tal vez con un único objetivo que es el de acabar con todo lo que encuentre a su paso, tal vez por su mezquindad o falta de consciencia con el mundo que termina siendo el legado que dejamos a nuestras generaciones, Llegó el momento del regreso.

Con todos los relatos de los empiricos exploradores, emprendimos nuestro camino de regreso a Bogotá, unos compañeros durmiendo, otros hablando o cantando en grupo; la principal conclusión a la que todos terminamos llegando es que como dice aquel viejo y conocido refrán “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.

SI ERES BIENVENIDO, ELLOS NO TE HARÁN NADA…

Por:

Julián Cuellar

Dos horas de va
Hey, ¿te sientes bien?, te noto mareado. Aunque claro, luego de todo el “chorro” que te bajaste y esas 3 “polas” en fondo blanco, cualquiera estaría así. Esas son las únicas palabras que pude recordar de la noche del viernes, previo a la salida al Tequendama, ese lugar donde tendríamos nuestra clase de Géneros II como para variar un poco y cambiar el pesado calor en el salón de clase. Mientras abría mis ojos y la luz entraba por las tejas de mi cuarto, aún podía sentir el olor a cigarrillo y alcohol que flotaban en el aire empeorando el mareo y el dolor de cabeza, pese a que tardé 20 minutos en la ducha y me cambié de ropa, el olor seguía y el hedor del licor era mi carta de presentación para cualquiera que saludara.
Como buenos colombianos que somos, y haciendo honor a nuestra patria, salimos 1 hora después de lo acordado en días pasados. El bus que se dirigía a las cercanías del municipio de San Antonio del Tequendama rebosaba de bullicio y algarabía de jóvenes estudiantes que se estremecían por llegar y conocer un poco más acerca de esta cascada ubicada a 30 km al sur oeste de la capital, un lugar que muchos solo conocen por ser el epicentro favorito, de aquellos que creen que el suicidio es la solución a todos los males.
Mientras el bus avanzaba por la autopista sur, los cánticos de algunas estudiantes se vieron acompañados de bailes sensuales y pruebas atrevidas para matar la hora que nos tardaríamos en arribar a nuestro destino. Entre prueba y prueba y adivinanzas de canciones llegamos al Salto del Tequendama, donde algunos quedamos decepcionados al ver que el caudal de agua que teníamos en mente y que algunos vez conocimos en nuestra niñez, no era más que un pobrecito chorro de agua que intentaba asomarse por la larga caída de 157 mts., que significaba el tamaño de la cascada.
Junto al mirador y en constante decadencia por los años, se encontraba el Hotel del Salto, un Hotel que por su arquitectura mostraba que fue en su época una reina entre princesas. Fundado en la década del 20 cuando también bajo la expedición de las leyes 25 y 45, se crearon el Banco de la República y la Superintendencia Bancaria, este hotel albergó extranjeros en busca de placeres latinos, placeres que solo un lugar exótico como el Tequendama, podía ofrecer. Asesinatos y suicidios pronto afloraron en el Tequendama para que se formaran las leyendas y los mitos urbanos que hoy día rodean su geografía.
Con un vestíbulo demacrado y unas escaleras roídas por las termitas y la humedad, el Hotel del Salto nos abrió las puertas bajo su aura mística y abrumadora, que no solo encierra historias ni relatos, si no fantasmas y espectros que según Xxxxx asustarían hasta al más valiente. Don Xxxx lleva siendo el guarda de este hotel desde hace 15 años, 15 años que según él, ha visto cómo muchos han salido corriendo, por no ser bienvenidos en él. –Si usté es de esos que no creen en los fantasmas, ellos lo comenzarán a asustar y no lo dejarán en paz hasta que salga pitao’ de la casa-, la cara de muchos de los que estábamos allí fue cambiando a medida que nos internábamos en la planta baja del Hotel, con fuerza en los brazos y pasos lentos, descendimos hasta un pequeño cuarto totalmente destruido, en el rincón más alejado del hotel. Algunos no podíamos evitar ver hacia el corredor que conectaba al cuarto del rincón con las escaleras por las que habíamos descendido, en busca de alguna aparición o de laguna señal de algún fantasma. Con cada relato más se sentía el peso de la atmósfera, como si en vez de una historia, Don Xxxx estuviese recitando un conjuro para atraer a los espíritus.
Cada habitación, cada peldaño y cada muro de ese antiguo hotel, narraba en su arquitectura una historia, un pasado y un acontecimiento que en algún punto de la historia cambió el curso de la vida, de algún desafortunado mercader, o una pobre prostituta, que encontraron en él su triste final. Ahora con los años encima y sus paredes a punto de desmoronarse, El Hotel solo es habitado por aquellos mismos huéspedes que únicamente lo abandonaron de manera física, pero que su espíritu aún se mantiene rondando por sus corredores asustando a aquellos que osen entrar sin el debido respeto que ellos merecen.

EL GRAN SALTO

Por:

Eder Arturo Guasca

Llega el fin de semana, una mañana soleada en el que toda la clase de géneros está ansiosa, por el evento que se aproxima, la visita a un paisaje natural, un gran vacío lugar en que la gente solía ir a visitar para ver una de las pocas exuberantes maravillas que nos dan la naturaleza pero que el mismo hombre como un hijo desagradecido a llegado acabar con la limpieza y hermosura de una casca en el centro de Colombia.
El salto del Tequendama es una cascada natural de Colombia, ubicada en la provincia del Tequendama en el Departamento de Cundinamarca. Está ubicada a aproximadamente 30 km al suroeste de Bogotá. Cae a un abismo rocoso de forma circular formando la cascada. Se halla en una región boscosa de neblina permanente. Siendo más claro el lugar a visitar.
Todo comenzó con la idea de hacer clase por fuera de las cuatro paredes que nos encierran casa sábado en el gran claustro universitario, buscar hechos que son reales para hablar y contar historia de ellos, un sábado que comercialmente se celebraba el día del amor y la amistad, nos reuníamos en las instalaciones de la universidad luego de una madrugada bilingüe, al de tomar unas clases de inglés, arribábamos cada uno de los que seríamos protagonistas de una aventura pedagógica.
Ya montados en el velocípedo de esos que se ven en las calles todos los días haciendo filas en las calles y transportando necesidades de desplazamiento de un lugar a otro, así mismo partimos de la localidad de Chapinero con destino a San Antonio de Tequendama.
Un poco dormidos o aburridos sentados en las sillas del bus, un grupo de compañeros, como siempre los que van en la sillas de atrás, empezaron a fomentar un poco de diversión un juego de ronda de esos que se juegan en los colegios, a pesar de salir de una escuela siempre llevamos ese sentido de ser niños y era el momento adecuado para sacarlo a flote.
LA PRIMERA PARADA
El tránsito estaba suave, en un caótica ciudad donde la movilidad es un reto para transportarse de un lugar a otro llegábamos a las afueras de Bogotá un municipio que parece más un barrio de Bogotá, el señor transportador decidió hacer una parada para cargar combustible en ese momento ya pensábamos en que acompañaría la ruta para no deshidratarnos por el desgato físico que tendríamos para la visita al vacío.
Llegamos a nuestro destino en medio de la naturaleza árida con montañas alrededor y una pequeña carretera que no lleva a muchos destinos de este bello país, a su lado un palacio para los residentes que lo recuerdan como un lugar exclusivo.
Un señor muy veterano vendedor del sector nos narraba algunos apuntes de la historia del salto, hacía un lista de los mitos de las personas que decidieron cavar su tumba desde lo alto y la extraña pérdida de la fuerte fuente de agua que se está secando como si se cerrara la grifo del lavadero de una casa.
También nos contó algunas historias asombrosas del la casona, nos decía que allí en las noches asustaban algunas almas que volaban entre las nubes y se hospedaban en las noches para no sentir el frío penetrante que debe hacer en las noches.
LAS PIEDRA DEL CAMINO
Aun que la idea no era meterse en el Gran Salto, pues parecía algo peligroso, la sequía del fluido nos fue posible llegar conocer más de carca el piso de la río, un grupo de estudiantes muy osados adentramos en la río escalando las piedras que componía el salto, hasta llegar al punto más alto y se lograba ver la distancia hasta el fin del vacío que causaba mucho escalofrío de sólo pensar que existieron persona capaces de entregarle su vida al fondo de la nada.
Bien, luego de la visita a un amigo que pocos quieren llegó el momento de partir, se acababan las horas de clase y hasta donde recuerdo nos subimos al bus de nuevo y llegamos a la universidad muy tarde, pues el regreso estuvo largo y divertido.